viernes, 23 de enero de 2009

Ride to be free


Recuerdo la primera moto que me compraron mis padres. Recuerdo su color azul brillante, sus perfiles nuevos e impecables, su diseño, su sonido...pero lo que más recuerdo es el sentimiento de libertad que me inspiraba.
Subir a mi moto y saber que el mundo era mío, que era libre, que podía irme a cualquier parte con ella....
Ahora he vuelto a sentir lo mismo.
Alguno pensará que por qué es distinto de un coche....pues lo es. Un coche es un medio de transporte, una moto es mucho más. Es algo ancestral, es como un caballo, pero mecánico. Hay un momento en que te fundes con ella y eres como un centauro, la moto es una prolongación de ti mismo.
Sentir como responde el motor, su sonido, cómo te pide otra marcha, como tus manos se acostumbran a los puños, como te integras en su chasis y eres una pieza más del engranaje.
El viento y el frío en el rostro, el olor de la combustión, la vibración en las manos.
Una moto, no es sólo un vehículo, es una alformbra voladora, es un caballo en la pradera, es un colega, es una llave que abre la puerta del espíritu viajero, de la pasión por la aventura, de esa vida que en algún momento querríamos tener.
En una moto soy libre, soy yo y me reconozco más en la imagen que me devuelve el espejo.
Estoy deseando que salga el sol, coger mi casco y dejar que el camino se extienda ante mi, sin rumbo, sin destino, conducir por conducir, por el placer de escuchar mi moto y sentir como responde.
El motero nace, no se hace.