viernes, 9 de julio de 2010

Pares impares, con y sin

Miro alrededor y observo conductas
y cuanto más tiempo pasa y más personas conozco
más quiero alejarme.

4000 puede ser la diferencia entre estar y no.

Salir es una necesidad o una obligación, según quien.

Te debo, me debes, lo tuyo, lo mío...
¿Seguro que es mejor que la soledad?

Hay quien en pareja sigue buscando el amor.
Hay quien mira escaparates, aun teniendo la compra hecha.
Hay quien se siente obligado a aceptar, contra la lógica más elemental.
Hay quien no perdona a pesar de querer.
Hay quien no olvida,
quien se anula,
quien transige,
quien deja de ser quien era por poder llevar la etiqueta social del número par.

De verdad la gente ama?
De verdad la gente se quiere?
De verdad merece la pena resignarse?
De verdad es mejor que la soledad?

No lo sé.

Miro las caras y no veo alegría.
Quiero ver un atisbo de esperanza
y sólo veo un formulario frío y burocrático de estado civil.
Veo a personas queridas atadas por lazos de contratos sociales que en un momento pensaron que sería el salvavidas de sus vidas.

El amor es algo difícil.
Es algo puntual y no la generalidad.
Es una palabra viciada por el uso y la necesidad.
El amor no se escribe en un libro de familia,
ni se sella a golpe de hipoteca,
de contrato,
de hijos.

El sentimiento si existe no se puede ocultar.
Trasciende la carne mortal y sale a la luz por los poros.
Emana de las personas que sienten.
Alumbra la mirada de los privilegiados que lo experimentan.

Y por el contrario, para todo el que une su destino sin la base del amor....
Es una soga al cuello de los obligados.
Es una factura en mano de los convencionales.
Es un contrato social para los que se sienten juzgados.
Es un comodín para los que se creen menos si son impares.
Es una letra, para los que sólo quieren un refugio.
Es un lastre para el que desea encontrarlo de veras.
Es una desilusión diaria para los no correspondidos.
Es una trampa para los que prefieren eludir la realidad.