lunes, 1 de diciembre de 2008

El encuentro entre el Rey de los Gatos y Drizzle


Drizzle Eversmile era un espíritu del bosque en el limbo de las historias por contar. No era más que un susurro, una pequeña luz que titilaba a la espera de un soplo de vida que la encendiera para poder alumbrar.

Cuentan los duendes más viejos que un día brumoso paseaba el Rey de los gatos por el bosque en busca de ratones que comer. Sigilosamente acechaba a un pequeño roedor a quien estaba a punto de dar caza, cuando escuchó una voz que desde lo alto lo llamaba.

Repámpanos!! ¿quien osa distraer a Tevildo cuando a punto estaba de encontrar su cena???? Y allí había un hada, que con los brazos en jarras lo miraba con reproche.

¿No te da vergüenza??? Intentar cazar a este pobre ratoncito? Tan peludo y tan chiquito, con esos ojitos asustados y esos bigotillos tiesos de miedo??

Tevildo no daba crédito a lo que escuchaba, pues nadie hasta hoy le había hablado en ese tono, ni había cuestionado sus acciones. Entre divertido y sorprendido, dejo escapar a su cena y con sus grandes ojos brillantes miró al hada y preguntó ¿quien eres tú que cuestionas mis instintos, pequeña entrometida?

El hada quedó perpleja, porque aquel gato hablaba el lenguaje de los humanos....aunque de cualquier manera lo hubiese entendido puesto que ella hablaba el lenguaje de las flores y las bestias. No sólo lo hablaba, sino que había algo majestuoso en sus palabras y en su porte, la inteligencia y la intensidad con que la miraba.

"Drizzle Eversmile es mi nombre, y mi misión es cuidar de los corazones tristes, aliviar el peso del espíritu y dar brillo a las flores y las hojas cada madrugada"...dijo el hada mientras hacía una graciosa reverencia. ¿Y quien eres tú? preguntó al gato.

"¿Un espíritu del bosque que no me conoce?, esto si es curioso...yo soy Tevildo, el rey de los gatos, el hacedor de historias y contador de cuentos, el más astuto entre los gatos y el mejor poeta entre los hombres".

Vaya, respondió Drizzle, si que eres modesto, Rey de los Gatos....aunque ya veo que tus cenas son tan sencillas como las de cualquiera de tu especie.

Tevildo que ya estaba perdiendo la paciencia, recordó al hada que como espíritu del bosque debía conocer el equilibrio de la naturaleza y que en sus actos no había crueldad, sino simplemente instinto.

Él enseguida se dió cuenta de que ella era un espíritu demasiado joven y que aún tenía mucho que aprender de la vida. Y en lugar de enfadarse le contó al hada que en el mundo hay dolor y muerte, hay luchas y guerras donde los animales y los hombres se hieren, sufren y mueren, que hay fuegos que arrasan los bosques y que a veces llueve en exceso o el sol castiga la tierra....y que no es malo porque así lo ha querido el Hacedor Eterno.

Drizzle escuchaba con atención a Tevildo y vió la sabiduría en sus palabras y pensó que había muchas cosas en el mundo que ella no conocía, y que eran tristes y duras y pensó que ya nunca sonreiría como había hecho hasta hoy.

Aquella noche hablaron y hablaron hasta que llegó el alba y Drizzle tuvo que marcharse a cumplir con sus tareas para con las flores y los árboles.

Muchas más veces se cruzaron sus caminos, y Tevildo contaba historias a Drizzle y ella cumplia con su cometido con todos los seres que cruzaban su bosque. Largos años pasaron desde aquel día y su amistad se hizo profunda y sincera. Cada uno aportó al otro lo que le faltaba, de manera que Tevildo fue más alegre y bondadoso, más gentil con el resto de criaturas y menos estricto, por su parte Drizzle entendió que el mundo necesita del bien y del mal, que se debe respetar el instinto y que podía seguir siendo Eversmile aunque muchas veces hubiese llorado por el dolor y la pena.







1 comentario:

mirifice dijo...

Este cuento está muy chulo y la ilustración le viene que ni pintada!!
Un beso!
Eva