jueves, 21 de mayo de 2009

El amargo don de la sensibilidad


Hoy tomo prestado un título de Terenci Moix y lo adapto para contar las venturas y desventuras de un espíritu sensible.

Tengo la sensación de que últimamente necesito escribir, sacar al exterior pensamientos y sentimientos, porque aunque no se los cuente a nadie en concreto, es una forma de compartirlos.

La sensibilidad es un don con dos caras.

Por una parte es la capacidad de sentir y experimentar realidades que algunos no alcanzarían ni siquiera a imaginar. Es vibrar, emocionarse...sentir el alma plena y corazón desbordado por una palabra, por una música, por un paisaje o por un libro.

Pero tambien es llorar y sufrir, es sentir que el alma se estremece y algo dentro de uno se rompe cuando ves dolor, maldad o indiferencia.

Las personas sensibles son las más afortunadas, pero tambien las más desgraciadas. Son como un cristal que una nota puede partir, como un pétalo que con el frío se hiela, como un polluelo que hay que tratar con mimo.

Quien no sabe de sentimientos, nunca podrá entender porqué lloras al ver las flores bajo una losa, marchitándose al ritmo de los latidos que ya no resuenan.

No hay comentarios: